Su nombre significa “Lugar de la Casa de las Flores” y está situada sobre una serie de colinas naturales rodeadas de un bello valle, por lo que desde las grandes plataformas que componen el sitio se tiene una hermosa vista panorámica.

Después de la caída de Teotihuacan, Xochicalco ocupa el vacío político y económico que había dejado esta gran urbe y se convierte en uno de los principales centros político, científico y artístico en el altiplano central.

Por su ubicación estratégica y geográfica representó un punto medular para el comercio mesoamericano, ya que por este lugar pasaban los artículos provenientes de la costa del Océano Pacífico, así como de la cuenca del río Balsas hacia los valles centrales.

Su apogeo se dio de 650 a 900 d.C., durante lo que es llamado el periodo Epiclásico, de esta época datan la mayor parte de los monumentos que se conservan hasta la actualidad.

La ciudad de Xochicalco expone un plan urbano bastante complejo. Se construyeron terrazas de gran tamaño, a manera de murallas imponentes, que protegían la ciudad. También, poseían un avanzado sistema de captación y desfogue de aguas pluviales y se realizaron caminos pavimentados con lajas, los cuales se extendían hasta muy lejos de la ciudad con rampas y calzadas que la vinculaban con otras ciudades del territorio.

Además, se especula de que debió de haber tenido una comunidad de artistas provenientes de varias partes de Mesoamérica por las extraordinarias obras que han quedado plasmadas en los edificios.

Xochicalco es la urbe mesoamericana con una mayor densidad de construcciones por metro cuadrado. El sitio contaba con amplios conjuntos habitacionales edificados en las laderas, y con altas plataformas de estructura piramidal en las áreas más elevadas.