Fue construido entre los años 1621 y 1631 por el obispo fray Gonzalo de Hermosillo, que era la autoridad principal de este lugar. 

En los años subsiguietes se hicieron remodelaciones y ampliaciones. 

En siglo XIX, el maestro cantero Benigno Montoya, aumenta una fachada de estilo neogótico con sencillas decoraciones en columnas y al altar principal le plasmó imágenes de santos y vírgenes con una gran calidad artística. Se destaca la bella portada lateral en la cual resaltan unos ángeles y un águila. 

El templo tiene tal cantidad de detalles tanto en su fachada como en su interior que es de las visitas obligadas en la ciudad de Durango.