Fue concebido como residencia particular del arzobispo Santiago Zubiria y Manzanera.

El edificio es de cantera y cuenta con elementos neogóticos y neoclásicos. A lo largo de toda su fachada se observan grandes ventanas con remates de cantera tallada. La portada también tiene un remate con un extraordinario trabajo de cantera labrada.

En el interior hay un gran patio cubierto que esta rodeado por arquería. Además, alberga una bella capilla también en estilo neoclásico con una puerta con bella ornamentación y un altar tallado en cantera que asemeja una elaborada filigrana.

En 1990 fue el edificio que hospedó al Papa Juan Pablo II.