Es uno de las mayores joyas del barroco novohispano. 

De acuerdo con algunos críticos, con este templo culmina la evolución del barroco mexicano. 

Fue construido entre 1772 y 1778 y junto se encontraba un Convento dedicado a la enseñanza de las niñas, donde se impartían clases de lectura, música y labores diversas, que servía también para el hospedaje de las alumnas. Fue una las primeras escuelas para mujeres en el siglo XVIII, de ahí se deriva su nombre.

Tras ser uno de los conventos de mayor prestigio durante el último tercio del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, quedó en el abandono a causa de la exclaustración de las órdenes religiosas en 1861. 

El convento fue vendido a particulares, utilizado como Palacio de Justicia en 1867 y como escuela de invidentes.

Cuenta con una fachada de una sola portada y un pequeñísimo atrio. 

Tiene un sorprendente retablo bañado en oro y está flanqueado por dos grandes óleos. Este bello conjunto resalta por la luz que entra por el domo octagonal.