Fue propiedad por décadas de la familia del mismo apellido.

Es una de las construcciones porfirianas mejor conservadas de la ciudad, todavía tiene piezas originales, como un piso que se trajo de España, techos que fueron fabricados en Alemania, y los óleos que embellecen sus paredes en el patio central.

El inmueble refleja la influencia francesa que caracterizó al Porfiriato y cuenta con enormes ventanales en ambas plantas. Actualmente, aloja al Museo de Cultura Populares e Indígenas de Sonora.

También se le conoce como casa Hoeffer ya que fue propiedad original del Dr. Alberto Hoeffer. El inmueble refleja la influencia francesa que caracterizó al Porfiriato.

El museo cuenta con cinco salas permanentes de exposición y un área para exposiciones temporales. Dentro de las salas permanentes se exponen la forma de vida de las etnias que habitan el estado de Sonora. Se aprecian en tamaño natural y en miniatura, los diferentes tipos de vivienda que construyen las distintas tribus, así como vestimenta típica.