Esta casa del siglo XVII hospedaba al Colegio Trinitario de la Santa Inquisición. 

El Santo Oficio la utilizaba como uno de sus recintos, antes de inaugurar su sede en el siglo XVIII. Posteriormente, el inmueble fue ocupado por el matrimonio Leona Vicario y Andrés Quintana Roo. 

Leona Vicario arriesgó varias veces la vida en la lucha de Independencia, vendió sus joyas para mandar fundir cañones y siguió al ejército insurgente con una imprenta, para reproducir y difundir el pensamiento de los libertadores. 

En 1842, después de la muerte de Leona Vicario la casa permaneció en propiedad de sus descendientes.