Llegó a ser uno de los más grandes de la zona. Aunque solamente se conservan vestigios, el antiguo convento aún luce monumental y permite constatar dos etapas de construcción, una en el siglo XVI y otra en el siglo XVII.

El imponente Templo de San Francisco, hoy convertido en parroquia, semeja una fortaleza y sigue en pie y en uso.

En el extremo norte del atrio, aún subsisten los arcos de la que fue su Capilla Abierta o de Indios, la cual fue construida hacia 1554.

Al centro de su fachada cubierta de ladrillo y mosaico de Talavera, al clásico estilo Palafoxiano del siglo XVII, se puede admirar el portal de Peregrinos de cantera labrada del siglo XVI, con imágenes de San Diego de Alcalá, San Pascual Bailón, la inmaculada Concepción, San José y, al centro, San Francisco.

En el interior se pueden apreciar una serie de pilastras y marcos de ventanas profusamente decorados y algunos retablos de estilo barroco salomónico y estípite. En el retablo principal se pueden ver un grupo de personajes que acompañan al santo patrono, San Francisco de Asís.