Construcción que data del siglo XVI y fue edificada con un estilo ecléctico. 

En su interior se conserva un Cristo de pasta de caña de maíz, que es asombroso por la fidelidad en sus formas y que fue elaborado en el siglo XVI. Los lugareños cuentan que en algún momento la figura se llegó a mover, lo que consideraron un milagro, por lo que el templo es muy concurrido por los fieles.

En su interior también se destaca una pintura al óleo que representa las dos figuras más importantes para los fransiscanos: el Papa y San Francisco de Asis. 

La puerta de acceso al claustro en estilo plateresco es una de las más bellas obras renacentistas que existen en la ciudad.