Las cuevas han sido un centro ceremonial de los téenek (huastecos) desde tiempos inmemoriales y actualmente son consideradas un Monumento Natural. 

El trayecto para llegar es arduo por el sofocante calor húmedo en el ambiente, pero gratificante gracias al paisaje montañoso y selvático de la Huasteca, plagado de plataneros, y árboles de naranjas o mandarinas. 

En su interior las cuevas son mucho más frescas y se pueden admirar las figuras que forman las estalactitas y estalagmitas, como “la tortuga”, “la calavera” o las que descifre tu imaginación. 

Cueva Rayo del Sol 

Esta cueva tiene una impresionante formación rocosa que parece una enorme catedral de 30 m de amplitud y con una longitud de 100 m.

Este lugar ofrece un espectáculo maravilloso cuando los rayos solares penetran por una abertura e iluminan las rocas y se reflejan en los charcos. 

En esta cueva existe un rincón restringido para el visitante: se trata del lugar más sagrado para los lugareños. Es allí donde se encuentra la figura de San Jerónimo, el protector del lugar, a quien los habitantes le hacen su fiesta el 30 de septiembre.

Cueva del Espíritu 

La cueva también tiene su encanto y de ella se cuentan mitos y leyendas que se transmiten de voz en voz desde la época de los téenek de la antigüedad. Cerca de allí se encuentra un rincón al que llaman “El Botiquín”, porque crecen muchas plantas medicinales de uso tradicional entre los lugareños.