Cuando Teotihuacán comenzó a debilitarse alrededor de 650 a 700 CE, durante lo que se llama el período epiclásico, Xochicalco logró cobrar importancia, alcanzando su apogeo entre 650 y 900 d.C., convirtiéndose en un importante centro cultural y comercial. Xochicalco conservó su importancia hasta alrededor de 1200, cuando su crecimiento excesivo precipitó una desaparición similar a la de Teotihuacán.

Xochicalco es un claro ejemplo de ciudad fortificada y los datos indican que era un centro urbano bien planificado. Además, se ha especulado que puedría haber albergado una comunidad de artistas de varias partes de Mesoamérica por las extraordinarias manifestaciones artísticas que se ven a lo largo de todo el sitio.

Otro de los distintivos de la zona es su trabajo de ingeniería que comprende enormes muros, terrazas, espacios abiertos delimitados por plataformas y pirámides que se conectaban por un complejo sistema de escaleras, terrazas y rampas para crear un eje de comunicación norte-sur. Adicionalmente, los constructores lograron darle a la colina la forma de una pirámide.

El monumento más famoso es el “Pirámide de Quetzalcóatl” , un gran ejemplo de la magnífica obra artística de los artesanos de Xochicalco con las cuatro fachadas esculpidas en alto relieve con representaciones de enormes serpientes emplumadas, el famoso dios Quetzalcóatl.

Otra característica del sitio es la presencia de cuevas en las laderas que se utilizaron para el almacenamiento, aunque una se utilizó como observatorio subterráneo. Esta última tiene un hoyo en la parte superior hecho por el hombre y fue utilizada para observar el viaje del sol hacia el Trópico de Cáncer el 14 o 15 de mayo, y su viaje de regreso el 28 o 29 de julio.

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